El histórico triunfo del partido Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés) en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias, reflejan un cambio profundo en las preferencias del electorado de ese país.
Pero también evidencian el sorprendente éxito de la estrategia de “des-demonizar” (dédiaboliser, en francés) a la derecha ante la percepción pública francesa, aumentando considerablemente su apoyo.
La estrategia ha sido liderada cuidadosamente por Marine Le Pen durante la última década.
Decidida a cambiar la imagen indigerible -a menudo calificada de racista y antisemita- del Frente Nacional, la facción de extrema derecha liderada por su padre, Jean-Marie Le Pen, se puede decir que el trabajo de esta diputada de 55 años está dando frutos.
En los comicios realizados este domingo, RN logró alrededor del 33% de los votos.
Mientras que la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular alcanzó el 28% de los votos, y la del presidente Emmanuel Macron, Ensemble, obtuvo cerca del 21%, lo que significó un duro golpe para el actual mandatario.
¿Cómo Marine Le Pen y sus aliados políticos lograron disminuir el enorme rechazo que había hacia su conglomerado? Aquí te lo contamos.
El Frente Nacional fue fundado en 1972 y estuvo liderado por Jean-Marie Le Pen hasta 2011, cuando su hija tomó el poder.
Durante esos años, muchos franceses veían a este partido como un movimiento fuera del sistema, condenado al ostracismo mediático y político.
Y lo asociaban indisolublemente a Jean-Marie Le Pen, un veterano de las últimas guerras coloniales francesas, proclive a la provocación y condenado en varias ocasiones por sus comentarios antisemitas.
"No digo que las cámaras de gas no existieran. Yo no las vi. No he estudiado especialmente la cuestión. Pero creo que es un detalle en la historia de la II Guerra Mundial", dijo en una entrevista en 1987.
Desde entonces, las acusaciones de antisemitismo fueron su punto más débil y una de las principales armas utilizadas por sus rivales políticos que, de hecho, se unieron en un fenómeno llamado el “frente repúblicano” que consistía en que los votantes, sean de la tendencia que fueran, se volcaban masivamente a las urnas para evitar que figuras como estas llegaran al poder.
Todo lo anterior le costó a Jean-Marie Le Pen la expulsión del partido que él mismo formó en 2015 y el distanciamiento de su hija, que para entonces ya había tomado el liderazgo del movimiento.
Marine Le Pen se propuso liberar a la extrema derecha de esa percepción negativa que primaba en la opinión pública y, para eso, planteó una nueva estrategia que ella misma bautizó como la “des-demonización” del Frente Nacional.
Así, suavizó las formas y pulió la voz del partido. Su objetivo era que se le viera como una facción capaz de gobernar.
“La Francia calmada” pasó a ser su nuevo lema en la campaña de 2016 mientras ella, que intentaba mostrarse tranquila, repetía la frase “no tengan miedo”.
En 2018, fue un paso más allá y cambió el nombre del Frente Nacional por el de Agrupación Nacional, que recordaba a la facción fundada por Charles de Gaulle, el ex presidente de Francia que hizo frente al fascismo.
“Ella quiso marcar una ruptura con el pasado de su padre. Y quiso limpiar la imagen que tenían frente a temas como el holocausto o el judaísmo”, le explica a BBC Mundo Gaspard Estrada, politólogo en Sciences Po.
“Hoy, ese cambio se ve, por ejemplo, con lo que está pasando en Medio Oriente. El partido de Le Pen ha intentado mostrar su respaldo a las causas del judaísmo y a las personas secuestradas por Hamás”.
“Está claro que ha habido un cambio muy fuerte en el discurso de los líderes del partido”, agrega.
Sin embargo, Estrada advierte que esto no quiere decir que Agrupación Nacional haya abandonado sus históricas posturas ligadas a la extrema derecha.
“Hay cuadros que siguen siendo nostálgicos de Jean-Marie Le Pen, y por eso muchas personas ponen en duda esta ‘des-demonización’ del Frente Nacional. Dicen que es un cambio cosmético más que un cambio de fondo”, afirma.
Entre las posturas que siguen defendiendo está la de antiinmigración -plantea, por ejemplo, la necesidad de expulsar a los inmigrantes en situación irregular- y la del proteccionismo económico.
Este discurso encontró una caja de resonancias en la victoria de Donald Trump en Estados Unidos y en el crecimiento de la derecha populista en otros países europeos.
Y si bien en algún momento Marine Le Pen defendió la salida de Francia de la Unión Europea, al estilo británico con el Brexit, hoy su partido tiene una postura más moderada y no propone abandonar el bloque sino cambiar su rumbo.
Otro elemento que ha contribuido a este cambio de imagen de la extrema derecha está asociado a la renovación de sus figuras y la búsqueda del electorado joven.
Y en esto juega un papel clave Jordan Bardella, protegido y yerno de Le Pen, de 28 años, quien ha tenido una carrera ascendente.
Hijo de inmigrantes italianos, Bardella creció en Seine Saint Denis, uno de los suburbios más pobres y relegados del norte de París, y dejó los estudios para dedicarse a la política. Sucedió como presidente del partido a Le Pen cuando ella se lanzó a la presidencia en 2022.
Tras los resultados preliminares de este domingo, Bardella afirmó que el país tiene dos caminos: "el peor" —el de la coalición de izquierda, que calificó como un "peligro existencial"—, y el de su partido.
Pie de foto, Jordan Bardella, protegido y yerno de Le Pen, de 28 años, ha tenido una carrera ascendente.
Si Agrupación Nacional logra conseguir la mayoría absoluta el próximo domingo, día en que se realizará la segunda vuelta electoral legislativa, es de esperar que Bardella se convierta en primer ministro.
Para Rainbow Murray, experta en política francesa y académica de Queen Mary University of London, la elección de Bardella es parte del objetivo que Marine Le Pen se propuso desde que asumió la dirección del partido.
“Todo esto ha sido diseñado cuidadosamente para hacer que el partido sea más aceptable y que a la gente le dé menos miedo. Ha sido parte de un proceso de desintoxicación”, le dice a BBC Mundo.
De esta manera, Agrupación Nacional ha logrado expandir su electorado, algo que quedó de manifiesto en la primera vuelta de las elecciones parlamentarias realizadas este domingo.
“Gracias a la disminución de la tasa de rechazo, ahora este partido fue capaz de dirigirse no sólo a su electorado tradicional -obreros o desempleados-, sino que también obtuvo votos de personas con educación superior, con ingresos, adultos mayores y jóvenes”, explica Gaspard Estrada.
“Todo esto está desinhibiendo a un electorado que estaba propenso a votar por la extrema derecha, pero que tenía miedo de hacerlo por el rechazo social. Y eso es un elemento fundamental”, añade el politólogo.
Pero para la académica Rainbow Murray, el éxito de la extrema derecha no se puede analizar sin considerar el desgaste de los partidos tradicionales franceses y del actual presidente Emmanuel Macron, que lleva 7 años en el poder.
“Una de las razones que explica por qué la gente está votando por el partido de Le Pen es que ninguna otra facción política parece funcionar para ellos. Entonces, se piensa que si todo ha fallado, entonces por qué no probar”, señala.
Aunque los datos macroeconómicos de Francia bajo el gobierno de Macron no son negativos, tampoco son positivos.
Pie de foto, Emmanuel Macron convocó a estas elecciones legislativas de forma anticipada en respuesta al aplastante triunfo del partido de Le Pen en las elecciones europeas y con el objetivo de retomar el control.
El desempleo, por ejemplo, está en su nivel más bajo desde 2008: un 7,1%, según la Unión Europea. Pero el crecimiento de 2023 y 2024 fue solo del 0,7%
Una de las principales preocupaciones de los franceses es el poder adquisitivo, que ha tocado el nivel más bajo en los últimos 10 años, golpeado por la crisis que dejaron la pandemia y la guerra en Ucrania, entre otros factores.
El partido de Marine Le Pen centró su crítica en la estrategia económica de Macron y en cómo está afectando al bolsillo de la mayoría de franceses.
Y en el contexto de unas elecciones legislativas que se anunciaron de manera sorpresiva, este tema parece haber calado en el electorado francés.
Cabe recordar que Macron convocó a estas elecciones legislativas en respuesta al aplastante triunfo del partido de Le Pen en las elecciones europeas y con el objetivo de retomar el control.
“Hay una percepción de que el rumbo del país es equivocado. También hay una decepción por los resultados del gobierno y, sobre todo, un rechazo hacia la figura de Emmanuel Macron, tanto así que los candidatos aliados a él decidieron no usar su figura”, explica Gaspard Estrada.
Francia, un país acostumbrado a medir el poder de sus sindicatos en las calles a través de la protesta social, ha vivido en los últimos años varios episodios que muestran el descontento de su gente.
Por ejemplo, el movimiento de los chalecos amarillos que estalló en 2018 o más recientemente las protestas contra el alza de la edad de jubilación.
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